martes, 18 de enero de 2011

UPR: más allá de los 800 dólares


Si el conflicto que ha enfrentado la Universidad de Puerto Rico (UPR) durante los pasados meses se limitara a la cuota de 800 dólares anuales impuesta por la Junta de Síndicos,  hubiera bastado una pequeña dosis de buena voluntad y posiblemente el mismo se hubiera resuelto hace tiempo. Si fuera sólo una cuestión de aritmética presupuestaria, de algún lado hubiera salido un punto medio, alguien hubiera propuesto una salida airosa para todos, una solución. Bastaría con evaluar seriamente las numerosas ideas presentadas por estudiantes y docentes y ahí estarían muchas de las alternativas viables.
El problema es que el problema va mucho más allá de una cuota compulsoria o de limitaciones presupuestarias. Para los enemigos de la Universidad, el problema es la Universidad misma; lo que ha significado y representado por décadas para nuestra nacionalidad y cultura; su condición de patrimonio nacional, de baluarte del debate de ideas y escenario de luchas reivindicativas.
Para esos, el problema es la Universidad que  ha cobrado forma trabajosamente desde la crítica, la militancia, el compromiso con el conocimiento, las ideas y el País; a contrapelo de la universidad que desde la fundación misma quiso imponerse, donde reinara la paz de los sepulcros, y estudiantes, profesores y trabajadores no pasaran de ser un dócil rebaño que se manejara al antojo de un puñado de burócratas impuestos por el gobierno colonial de turno.
El atropello presupuestario desatado por la administración Fortuño-PNP contra la UPR  va dirigido precisamente a hacer daño a la Universidad, a achicarla en sus perspectivas y alcance social y en el peor de los casos a destruirla. Ya sea por vía de la privatización o incluso de su disolución progresiva.
Para los anexionistas-fascistas la Universidad de Puerto Rico es un enemigo poderoso. Están convencidos de que tienen que vencerlo—que implica no dejar piedra sobre piedra—para que puedan avanzar sus planes de descomposición de la sociedad en su conjunto, para luego hacer realidad sus sueños ancestrales. Sueños que son pesadillas.
Los anexionistas-fascistas odian la UPR; no la soportan. Por eso se esmeran tanto en criminalizarla, en insultarla y estigmatizarla. Le espantan los universitarios. Le huyen al debate de ideas, y a la irreverencia y el atrevimiento juvenil, como el diablo a la cruz. Les apesta la democracia, la participación, la divergencia, la honestidad y el compromiso social que florece en la Universidad, cuando surge como universidad verdadera.
Por eso se sienten tan cómodos y seguros en una universidad ocupada por la policía, controlada por decretos draconianos, sometida a una camisa de fuerza. Se sienten confortables precisamente cuando la Universidad deja de serlo, para convertirse en un cuartel, en un centro de detenciones, en un espacio sitiado lleno de edificios que pierden toda razón de ser.
Por consiguiente, el problema real que mueve a estos personeros de la maldad y la perversión, es uno de naturaleza ideológica, de alcance paradigmático, de visión de mundo Se manifiesta en la Universidad, pero va dirigido contra a todo el País, lo mismo contra el Corredor del Noreste que contra el Colegio de Abogados, el Gasoducto del Norte o los empleados públicos.
El problema de la Universidad es uno de alcance nacional, totalizador. Por eso los anexionistas-fascistas han volcado tanta represión, tanta propaganda y tanta intolerancia contra la UPR y la comunidad universitaria. Por eso  el asunto de la cuota no se ha resuelto. Porque para ellos es  un “asunto de principios” domesticar y humillar a los universitarios y al Pueblo todo. Por eso  la más sensata de las propuestas financieras se estrella una y otra vez contra la insensatez y la intolerancia de los brutotes. Por eso la Fuerza de Choque se ha convertido en su representante por excelencia, para golpear y maltratar, no para negociar y acordar, que no está en sus planes.
Existe una contradicción irreconciliable entre los intereses fundamentales de nuestra juventud y nuestro Pueblo, y lo que pretenden los anexionistas-fascistas. Irreconciliable. Nadie se llame a engaño. Ese es el gran problema.









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