jueves, 6 de enero de 2011

La tragedia de Florida es nuestra tragedia


La tragedia ocurrida en días pasados en el municipio de Florida constituye una advertencia brutal, a la vez que una lección que no debemos ignorar. El fuego que quemó y mató allí a seres humanos de una misma familia convocados a compartir en una misma mesa, nos quema de una u otra forma a todos y todas, quienes vivimos en un mismo País.

Llama poderosamente la atención, la insistencia del lector de la noticia radial, de que la persona acusada de cometer esos hechos espantosos—Justino Sánchez Díaz— no tiene récord psiquiátrico ni criminal. Es decir, que se trata de una persona normal. Que todo cuanto hizo, lo hizo desde la normalidad, desde la cordura, desde la conciencia. Que todo parece haber sido premeditado, calculado meticulosamente.

Por lo tanto, no se trata de un delincuente o de un criminal. Mucho menos se trató de un ajuste de cuentas entre puntos de drogas. Los protagonistas no son gatilleros enfrentados a los tiros. Todos en la mesa eran personas normales, incluyendo al incendiario.

Evidentemente no estamos ante un problema policiaco. Estamos ante una dolorosa muestra de cómo la violencia y la intolerancia, en sus formas menos imaginables, se han ido apoderando del comportamiento cotidiano de nuestra sociedad.

El resto de nosotros y nosotras somos, o presumimos de ser, tan normales como Justino Sánchez Díaz El resto de nosotros y nosotras estamos igualmente expuestos a una sociedad en la que la violencia se ha ido convirtiendo progresivamente en forma normal de comportamiento.

Mucha de esa violencia producida desde la normalidad no se convierte en delito, no genera radicación casos. Pasa inadvertida o simplemente la asumimos como parte inevitable de nuestras vidas.
 
Todos y todas somos protagonistas de esos actos normales de violencia cotidiana; en el tapón, en la casa, en el centro de trabajo o estudio, en el hospital, en cualquier sitio. Creemos que la sangre no llega al río, pero va llegando poco a poco; de la misma manera que un insignificante manantial aquí y una pequeña quebrada allá va engordando el cauce de un río que luego inunda todo a su paso.
 
En fin de cuentas, los hechos terribles de Florida ponen en entredicho la pretendida normalidad que afirmamos. Se trata de una normalidad adulterada, contaminada, dañada. Se ha ido dando una inversión de valores, al extremo de que llamamos normal a lo espantoso, a lo perverso, a lo indeseable.
 
No es exagerado decir que esta es una sociedad enferma y decadente; que tras la fachada de la abundancia de objetos materiales y de la obesidad de nuestros cuerpos, nuestro espíritu social enflaquece y amenaza con colapsar. La anorexia social se va apoderando de nuestras existencias, por más que entremos en negación, sobre todo en época navideña.
 
No, no estamos ante un problema policiaco. En todo caso, la Policía también forma parte del problema, como ejecutor de violencia desenfrenada y abusiva contra todo el que se le pare al frente.
 
No es una erupción en la piel lo que estamos padeciendo. Es un problema que requiere cirugía mayor. Ni la crema para la piel ni un par de aspirinas son la solución. Hay que meter al País en el quirófano y erradicar de éste todos los males que padece. Hay que ir a la raíz, es decir, hay que ser radicales, empezando por reconocer la gravedad del caso.
 
Ciertamente, no nos merecemos tanto sufrimiento. En este País hay suficiente bondad y nobleza como para edificar un Puerto Rico mejor. Si no fuera por otra razón, simplemente porque nos lo merecemos. Todos y todas.   

1 comentario:

  1. no tendrá un historial "formal" de problemas siquiátricos ni criminal pero la familia dejó saber por los medios de comunicación que este individuo era sumamente agresivo y hasta había usado el fuego anteriormente para hacer daño.

    pero aparte de esa aclaración sobre este sujeto, estoy de acuerdo con todo lo que has escrito. el pueblo tiene una mala costumbre de resolver sus problemas o contratiempos con violencia... es más, yo entiendo que el gobierno que tenemos que recurre a la violencia para resolver sus "problemas" igual como el pueblo. hasta en eso nos representan.

    ¿o tú te crees que en nuestras calles no hay un chorro de Chuchin dando bandazos por la vida?

    felicidades por el blog. date una visita por el mío para que vea como los "chicos grandes" lo hacen. jeje

    éxito

    ResponderEliminar