jueves, 6 de enero de 2011

Melinda, digna hija de su padre


Las expresiones hechas por Melinda Romero oponiéndose al pedido de excarcelación del preso político puertorriqueño Oscar López Rivera, lamentables como son, no deben extrañarnos. Es lo que ha aprendido de su padre Carlos Romero Barceló, quien con tanta vehemencia se opuso a la excarcelación de once presos políticos boricuas de cárceles estadounidenses en 1999.
 
No pasa inadvertido que Melinda Romero nunca ha dicho una palabra sobre la responsabilidad de su padre, como autor intelectual y responsable directo, y de su partido político en el vil asesinato de dos jóvenes independentistas, cometido el 25 de julio de 1978 por miembros de la Policía. Implícita o explícitamente ha validado aquellos hechos terribles que conmovieron al Pueblo Puertorriqueño. Implícita o explícitamente ha sido cómplice de los mismos.
 
Oscar López Rivera es un patriota puertorriqueño que ha estado dispuesto a entregar su propia existencia en favor de su ideal de independencia para Puerto Rico. Ha estado preso por casi treinta años, de una condena de setenta años. Su reclamo de excarcelación es tan justo, que así lo han solicitado representantes de los sectores más diversos de nuestra sociedad al gobierno de Estados Unidos. Incluyendo al Comisionado Residente, Pedro Pierluisi, contra quien Melinda arremete con singular insensibilidad y violencia.

En estos tiempos de fascismo institucional, en los que la extrema derecha estadounidense y su contraparte puertorriqueña campean por sus respetos, no serán muchas las posibilidades de que Oscar sea liberado. Seguramente será utilizado para intentar escarmentarnos a todos y todas, el Pueblo de Oscar

 
Para afrenta del gobierno de Estados Unidos, Oscar se convertirá dentro de poco en el prisionero político puertorriqueño que más tiempo ha sido mantenido en prisión. Pero Oscar es libre en su espíritu y en sus convicciones; y goza de nuestro amor, respeto y admiración.

La Historia, implacable, juzgará a cada cual según sus actos. Al asesino de Maravilla como lo que fue, un asesino, un fascista. A su hija, como una patética reproductora de lo peor. A Oscar, como un héroe, como un hermano, como un abanderado de la libertad.

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